Te casas y subes de peso, ¿acaso es inevitable?
Porque al decir que sí y empezar a vivir juntos, los kilos sale a relucir.
El sobrepeso es uno de los problemas que más preocupa a la sociedad, tanto por el porcentaje de la población afectada como por las patologías relacionadas. A veces, cuando intentamos perder algunos kilos, parece una misión imposible. ¿Por qué pasa esto? Además, suele pasar: te casas y subes de peso, ¿acaso es inevitable? ¿Qué dicen los expertos?
Ángeles Wolder, descodificadora biológica, explica que si una persona tiene sobrepeso, es porque su cerebro lo considera necesario para su supervivencia.
Si nosotros no ponemos una solución consciente a la situación, será nuestro cerebro más arcaico el que busque en su “archivo” y ponga en funcionamiento la solución ganadora de supervivencia. Estos programas forman parte de nuestro inconsciente mamífero.
En algunas ocasiones viene de la conexión que hace nuestro inconsciente siendo bebés. Si llora, la mamá le da el biberón y suele calmarse. Ahí establecemos la conexión de que la ansiedad se calma con la comida.
Las variaciones del estado emocional influyen en cómo comemos. Hay que reparar en por qué comemos a nivel emocional: ¿tristeza, miedo, rabia, ansiedad, emotividad, negatividad?
Y cuando te casas…
En el caso del matrimonio o el de coexistir en pareja, el síntoma comienza a desarrollarse al adquirir un compromiso de “vivir juntos”. Su origen está en el peligro que entraña esta convivencia para nuestro cerebro arcaico.
Cabría explorar la historia personal de cada quien, para ver en qué momento ha entrañado peligro la convivencia con una pareja. Bien en la vida de la persona o bien en la historia de sus antepasados.
Es muy habitual que, en parejas predecesoras, haya existido la violencia física, verbal o pasiva dentro de la relación, por lo que nuestro ADN lleva toda esta información y detecta que estar en pareja es peligroso.
Recordemos que estas deducciones y lógicas que hace nuestra propia mente se rigen por un programa a nivel inconsciente. Así que no importa si el vínculo de esa relación es sano, equilibrado y amoroso. Para nuestro inconsciente puede no ser así, y por lo tanto existe una necesidad de esconderse. En muchas ocasiones, la mejor solución es ocultar la silueta bajo una capa de grasa que nos haga menos “apetecibles” y así garantizar nuestra supervivencia una vez más.
En anteriores generaciones, las mujeres se casaban sin contar con ningún tipo de educación sexual. Muchas eran utilizadas dentro del vínculo del matrimonio para tener relaciones sexuales como parte de las obligaciones del matrimonio. Esto enmascara encuentros no deseados y por lo tanto, memorias ancestrales que se van pasando de generación en generación con el único objetivo de “actualizar” nuestro “sistema operativo”. Así, este se adapta de una forma eficaz a ese entorno, que en algún momento de nuestra historia familiar produjo dolor y sufrimiento.
Una vez más, nuestro inconsciente biológico sale en nuestra ayuda, aunque no entendamos por qué, ni de dónde viene.
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