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Boda

Por qué las bodas en Baja están de moda

29-07-2021, 7:19:00 PM Por:
Las bodas al estilo Baja
Las bodas al estilo Baja

Una boda con mucho encanto. ¿A qué ciudad le apuestas?

México tiene muchos encantos y Baja California es uno de los destinos más cautivadores que existen. Cobijada por el Mar de Cortés y el Océano Pacífico, supone un universo donde la naturaleza, las huellas de un pasado geológico, la presencia de grupos étnicos y la llegada de misioneros españoles han escrito su destino. Un viaje a cualquiera de sus destinos es una experiencia especial: islas, playas, desierto, cañones, sierras y volcanes extintos acompañan el camino. Eso nos da una idea de por qué las bodas en Baja están de moda. 

Todo dependerá de cómo quieras hacer tu boda y de las actividades que pienses preparar para tus invitados. ¡Las opciones son tantas! Hagamos un recorrido a través de nuestra Guía Especial y así, decidas dónde dar el sí.

Ensenada

Las playas de este bello puerto regalan paisajes de ensueño y diversas actividades para todos los gustos. Los más atrevidos disponen de un buen oleaje para practicar surf o windsurf. Quienes son más contemplativos podrán dar largos recorridos en lancha o velero. Los apasionados a la pesca encuentran en las aguas de Ensenada los mejores ejemplares. También hay momentos que invitan al golf y al ciclismo sin dejar la brisa, la arena y la aguas del Pacífico. La calidez del mar atrae cada año a uno de los huéspedes más esperados: la ballena gris. Aquí siempre es momento para perder la mirada en el océano. Aquí todos viven del mar; en sus aguas existen lo mismo granjas acuícolas donde se cría atún, mejillón y abulón. El clima mediterráneo ha maridado con la aridez de la península y ha hecho prósperos sus valles en la reproducción de extensos cultivos de vides y de lúpulo. De huertos orgánicos cuyos productos dictan la gastronomía de la región; en ranchos ganaderos distinguidos por su elaboración quesera.

Mexicali

Los caminos de Mexicali siempre sorprenden y conducen a rincones inimaginables. A la lejanía se mira El Centinela, ese gran cerro que la gente escala para poder ver estrellas, y desde donde se extiende el Valle de Mexicali eternamente acompañado de un desierto luminoso y delimitado, en su frontera, por el bajo delta del río Colorado.

Es difícil escapar de él; su historia como sus espacios naturales son cautivadores: ahí están las Dunas de Algodones adonde llegan los apasionados del sandboarding; el Río Hardy cobijo de cientos de aves; el Cañón de Guadalupe con sus pozas cristalinas; la Laguna Salada de singular belleza.

En medio de ese desierto, el habitado desde hace siglos por los nativos cucapá, se fundó en 1903 la ciudad de Mexicali, la que tanto aman los cachanillas, donde todo se mezcla: el pasado algodonero, la presencia de los chinos, los incandescentes días y las cervezas artesanales que animan festivales y espíritus.

Rosarito

Al sur de Tijuana, sobre la costa del Pacífico, se extienden las infinitas Playas de Rosarito. Las rocas y acantilados se acumulan a ratos tapando la arena, otras veces dejan al descubierto durante kilómetros los finos granos. Los hoteles presumen spas que hacen a los huéspedes olvidarse del mundo; el mar se encarga de traerlos de vuelta. Es el ritmo de su oleaje, los paisajes, el clima y las instalaciones que lo vuelven el escenario ideal para quienes deseen hacer su boda.  

Aquí se viene a comer langosta en Puerto Nuevo, a convivir con los pescadores de Popotla, a dominar en cuatrimoto las dunas de Primo Tapia, a surfear entre Punta Descanso y Punta Mezquite, a pasar un día de campo en cualquiera de los ranchos de la zona, a elevarse en ultraligero sobre la costa, a sentir la adrenalina en un descenso rocoso formado en el mar; a caminar por estrechos senderos en el Cerro del Coronel o el Cañón del Descanso, a sumergirse y mirar los arrecifes de Islas Coronado o del Parque Submarino; a sorprenderse con el mundo acuático que cobija el bosque de Kelp.  

Los sibaritas encuentran en Rosarito un destino para mimar el paladar: restaurantes con propuestas originales para acompañar con vinos del estado, sabores tradicionales que empatan con las cervezas artesanales hechas en casa. Venir a Rosarito siempre es una experiencia que sorprende.

San Felipe

Al sur de la ciudad de Mexicali, se extiende la Bahía de San Felipe donde ha crecido este pequeño pueblo pesquero. Aquí el mar, de olas casi inexistentes, apenas hace ruido; es el ritmo cotidiano de San Felipe, pausado y tranquilo como el ligero vaivén del agua en estas costas del Mar de Cortés. Es un buen destino para quien desee detener el mundo por un momento. Quien lo visita encuentra cálidos días, un mar sereno de azul intenso, y playas de agua recogida donde los pies se hunden como si se pisaran nubes.

El estar rodeado de desierto por un lado y bordeado de azuladas aguas por otro, le otorga una belleza especial. Se puede andar sobre las dunas, caminar entre altos cardones, ir en busca de pinturas rupestres y apreciar la belleza que una reserva de la biosfera tiene contenida. También es posible subir a una lancha y perderse algunos días para obtener una buena pesca. Sumergirse en las aguas del mar y sorprenderse con lo que ahí se atesora. Mirar la fisonomía de San Felipe desde las alturas. Caminar por el malecón y detenerse en los restaurantes para probar lo obtenido en la pesca del día y reconocer su propuesta culinaria.

Sus festivales en honor a los productos del mar, al arte y la música son otro motivo para conocerlo. Estar en San Felipe es también tomarse una tarde para deleitarse con el lúpulo hecho cerveza de manera artesanal.

San Quintín

Rodeada por el océano Pacífico, la ciudad de San Quintín pasa sus días envuelta en brisa. Una cordillera de volcanes llena de opulencia el paisaje. Su gente todo lo cultiva, desde moluscos en el mar hasta hortalizas en la tierra. La bahía nunca está sola: siempre hay lanchas con pescadores moviendo sus aguas, también ballenas grises y gansos huyendo de un invierno lejano. Y la costa, saturada de puntas y recovecos, se ha ido acostumbrando a la presencia de surfistas.

Desde la carretera Trasnpeninsular se mira un camino bordeado por viveros donde crecen calabaza, cebolla, tomate, pepino, chile, y todo tipo de bayas: fresas, frambuesas, arándanos. A su suelo privilegiado se unen sus aguas bondadosas de las que salen diversos ejemplares de peces.

Quien llegue a esta porción de territorio bajacaliforniano, se encontrará con una bahía de belleza sinigual. Aquí es posible ver volcanes extintos, un valle repleto de altos cirios, un bosque donde se miran estrellas y unas olas para surcar a placer. Su producción agrícola, pesquera y ostrícola ha inspirado a chefs para poner a San Quintín en la escena gastronómica de Baja California, que de a poco toma vuelo también en su producción de cerveza y vino.

Tecate

Al pie del cerro Cuchumá, la montaña sagrada para los kumiai, se extiende el Pueblo Mágico de Tecate. Su nombre es el que los nativos dan a la corteza del encino, tecata, ese árbol que crece en abundancia en la región. Es un pueblo de cielo grande y nubes rasgadas por el viento. De agua vasta y tierra fértil, por eso su suelo se fue cubriendo de uvas y olivos, de granos y granjeros. Le sobran también ranchos como hoteles donde pasar la noche entre estrellas y presume spas que ayudan al alma a recuperar el cuerpo. Su centro está lleno de vida, de pan, de música en el Parque Miguel Hidalgo, y de gente yendo y viniendo entre México y Estados Unidos.

Tecate es su cerveza, sus viñedos y recientemente su cocina. De a poco, se ha destacado por su propuesta culinaria independiente, que decide su propio camino. No hay una época en particular para probar sus sabores pues varios de sus restaurantes condicionan sus platillos a la disponibilidad del producto, todas las estaciones ofrecen combinaciones atractivas; pero el clima extremoso del poblado puede convertir la visita en algo inesperado. Tal vez sea su altura, o que está rodeado de bosque, pero Tecate tiene un sabor campirano y rústico que se ve reflejado en su cocina.

Los alrededores de este pueblo se trazan entre La Rumorosa, indómita y cautivadora, que lo mismo esconde senderos que cuevas con pinturas rupestres, miradores y lugares sagrados. Si se dirige hacia Ensenada entonces los caminos se tornan de viñedos entre los valles de las Palmas y Tanamá. Quien lo visite debe ir preparado para encontrarse con vistas esplendorosas de Baja California y con esos rincones de donde emanan el sabor y la esencia de este Pueblo Mágico.

Tijuana

Dinámica y vanguardista, Tijuana es una ciudad que sorprende en todo momento. Su día a día pasa en la creación de proyectos culinarios de todos los tipos. En la inventiva de brewers que la han colocado como la Capital de la cerveza artesanal en México. Degustaciones de vinos mexicanos exclusivos. Gratos encuentros acompañados de un buen café, ese aromático que de a poco la ha puesto en la mira de la escena cafetalera con algunos reconocimientos internacionales. En las ganas de burritos, tortas y tacos después de unos tragos en cualquiera de sus bares.

Tijuana, la tierra que alguna vez fuera habitada por los kumiai, nunca se detiene. Es un destino alegre y prolífico que recibe con los brazos abiertos y sonrisas en la puerta. Sus nuevas y creativas propuestas se hacen evidentes en su cultura multifacética, en su pujante industria, en su arte innovador y su ambiente relajado. Por ello, desde hace años, de manera consecutiva, los World Travel Awards la ha distinguido como la mejor ciudad para vacacionar en México. Ven a vivirla, el camino te espera.

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Visita nuestra Guía Especial para más información.

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