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Vida en pareja

Cuando el amor no es suficiente

11-05-2017, 5:12:50 PM Por:
nupcias.mx

'¿Qué podía salir mal si teníamos amor para derrochar?'

Por: Violeta Moreno Edición: Andrea García Cavazos

Empezaré por decir que aunque nos vimos una vez de adolescentes, supe que quería estar contigo once años después.

¿Te acuerdas cuando ese día me pediste mi teléfono y te dije que me escribieras diario para así darte un dígito por día?

Tras haberlo hecho así, llegaron a nosotros los días en los que éramos inseparables y con ellos la cena de Navidad de tus amigos en donde en el juego de cartas había una que decía: ‘¿Quieres ser mi novia?’

A partir de ahí nuestro romance se intensificó y surgieron los besos, la convivencia de familias, las películas, los conciertos, los videos a escondidas y las risas que le seguían a ellos. Las pláticas profundas (y las que no lo eran tanto), los consejos, las canciones desentonadas y el lograr que bailaras solo porque ‘era hacerlo conmigo’.

Fue ahí cuando verbos generales como acampar, escalar, viajar y soñar se volvieron solo nuestros.

¿Qué podía salir mal? Es cierto que mientras transcurrían los meses nos conocíamos más y mejor, pero también es verdad que ante las diferencias siempre estaban las soluciones.

Nuestras complicaciones de horarios jamás tuvieron más valor que las flores que me dabas o los besos que pasabas a recoger a mi oficina. Nuestros choques de personalidad no fueron más importantes que mis ganas de escribirte postales para que te llegaran días después o de cocinar cuando no lo sabía hacer.

Y de repente, no sé cómo ni cuándo pasó, pero un intruso llegó. Tampoco sé su nombre, ni si lo dejaste entrar tú o yo, pero empezó a cambiar todo.

De un día a otro pareciera que los mal entendidos y arranques de celos se robaban la energía de aquellas promesas que afirmaban que nuestro amor era lo más poderoso que teníamos.

¿Por qué siempre terminábamos llorando si lo único que queríamos era estar bien? ¿Qué era lo que no nos dejaba ver qué hacíamos mal?

Claro que no nos dimos por vencido. Insistíamos en ver el lado bueno siempre. Incluso llegaron los planes a futuro, esos que tenían que ver con viajes, un lugar para los dos y una boda acompañada de hijos.

Pero el intruso, ese que no sé cómo llamarlo, no quiso que nuestros más grandes sueños empezaran a tomar forma real.

De la nada ese amor infinito se volvió insuficiente. ¿Qué estábamos haciendo mal? ¿Por qué se rompió todo y por qué no me di cuenta cuándo sucedió?

Los ánimos de ‘todavía hay mucho que dar’ iban perdiendo color mientras que el estrés derrumbaba todo como en un jenga. Intentábamos hacer de los pedazos algo funcional, pero sólo nos lastimábamos más y más.

Fue ahí cuando decidimos dejárselo al mar. ¡Claro! ¿Qué podía salir mal? De nuevo tú y yo en un lugar donde solo seríamos los dos de nuevo. Sin inseguridades, sin miedos. Pero no fue así. Ese intruso indescriptible viajó con nosotros y me hizo ver que solo quedaba una persona en la relación y que tú no ibas a volver.

Ahora solo era yo la que luchaba para no derrumbarnos y la que te decía que te quedaras y del otro lado estabas tú queriendo no ‘desgastarnos’ quedándote con ‘la mejor versión de mí’ y pidiéndome que yo hiciera lo mismo.

Esta historia no incluye un ‘felices para siempre’, pero sí tiene una gran lección para mí. El amor sí es elemental para que una pareja funcione, pero la paciencia y el esfuerzo son la base para que perdure. Y bueno, esto último fue justo lo que se nos agotó y terminó por completo lo que construimos.

Sin embargo agradezco lo que vivimos y la magia que hizo de esto algo que jamás olvidaré. Al final de cuentas ese amor siempre brillará cada que mi recuerdo toque alguna experiencia, aunque, ¿te soy sincera? Aún tengo dolor en mi corazón cada que te recuerdo y te digo adiós.

autor La revista de novias líder en México, donde encontrarás todos los tips para tu boda.