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Vida en pareja

“Así le pedí a mi novia que se casara conmigo”

04-03-2015, 4:44:00 PM Por:
“Así le pedí a mi novia que se casara conmigo” fifu

Esta historia de la vida real te erizará la piel. ¿Estás lista para suspirar?

En las pedidas de matrimonio, a nosotras nos toca la parte fácil: ser sorprendidas, recibir un hermoso anillo y decir “sí quiero”. Pero ¿qué pasa por la cabeza de ellos antes de que llegue el momento? ¿Cómo deciden pedirnos que nos casemos con ellos, cómo planean la sorpresa y cómo se sienten en los días previos?

Andrés Cerecero, comunicólogo de 30 años y quien recientemente le propuso matrimonio a su novia, nos cuenta su romántica historia. ¡Prepárense para suspirar!

“Todo empezó el 1 de noviembre de 2008 en una fiesta de Halloween. Yo tenía flojera y estuve a punto de quedarme en casa, pero mi mejor amigo logró convencerme de ir. Improvisé un disfraz de rockstar, algo parecido al vocalista de Moderatto.

La fiesta no pintaba bien porque casi no había gente, pero empezaron a llegar más amigos. Cuando estaba pidiendo una cerveza en la barra, se acercó un chavo a preguntarme si los tatuajes que llevaba en los brazos eran reales (por supuesto que no lo eran). En eso, se acercó una amiga de él que iba disfrazada de pizza. La reconocí: habíamos tomado una clase juntos en la universidad, aunque nunca cruzamos una palabra.

Empezamos a platicar y de pronto me olvidé de mis amigos, de la fiesta y de todo, porque estuve con ella toda la noche. Aunque yo llevaba un tiempo sin novia y lo único que me importaba eran las fiestas y mis amigos, algo pasó esa noche que me hizo pensar “¿por qué no…?”. Antes de irse le robé un beso memorable, le pedí su teléfono y le prometí que le marcaría el día siguiente. Le anoté el mío con plumón indeleble en la cara.

Tal como prometí, el día siguiente le mandé un mensaje. Después la llamé, la vi en la universidad, conocí a sus amigos, fui a su casa… Aunque nunca dudé que quería estar con ella, me tomó 4 meses salirme del modo relajo-amigos en el que estaba. Oficialmente, el 20 de febrero de 2009 empezó la historia del rockstar y la pizza.

“¡Ella es la indicada!”

Cuando empiezas una relación no te imaginas lo que puede pasar. Los hombres solemos ir paso a paso, pero con ella fue diferente. Supe que quería casarme con ella desde el principio, por todas las cosas que teníamos en común y por las que fuimos encontrando con el tiempo. No era una persona perfecta, pero justo eso la hizo perfecta para mí.

Después de casi 6 años de relación y de muchos cambios, decidí dar el siguiente paso.

Fue curioso cómo elegí el anillo. Ya había visitado una que otra tienda, pero no tenía ni idea de cómo escoger uno. Un día, en un viaje, le platiqué a mi hermano y le pedí que me diera su consejo. Me dijo que él conocía al dueño de una joyería reconocida y me puso en contacto con él. Me dijo también que yo me daría cuenta de cuál era sería anillo indicado, y así fue: vi muchos anillos en la tienda, pero sólo uno me hizo pensar “¡es éste!”.

El siguiente paso era decidir cómo dárselo. Lo único que tenía definido era que quería hacer algo relacionado con la historia de la pizza y el rockstar. Le pedí a un amigo que dibujara un cómic con momentos clave de nuestra historia. También contacté a una persona que hace muñecos de fieltro basados en fotos, y le pedí que nos hiciera dos muñecos vestidos de pizza y rockstar. Ya tenía la historia y los muñecos, pero faltaba encontrar la manera de unirlos…

“Miss, ¿te casarías conmigo?”

Un día leí una leyenda oriental que se llama El hilo rojo del destino. Trata sobre un estambre rojo que une a las personas destinadas a estar juntas. Cuando la leí pensé que era la forma perfecta de darle coherencia a todo. Además, su mamá podría ayudarme a juntar los tres elementos, pues ella tiene un negocio de accesorios tejidos con estambre. Así que tejió un corazón de donde salía un largo camino de estambre.

Mi prometida es maestra de inglés en un kínder, y se me ocurrió que sus alumnos podrían ayudarme a darle la sorpresa. El día por fin llegó. Esa mañana, uno de sus alumnos fue a su salón, le dio el corazón y le dijo que siguiera el camino de estambre hasta llegar al final.

Yo colgué las tiras del cómic del estambre: ella tenía que seguir el camino mientras leía la historia. Tuvo que recorrer un pasillo largo, cruzar el patio de juegos y subir unas escaleras hasta un salón. Ahí sus alumnos estaban formados, cada uno sosteniendo una letra para formar la frase Teacher, will you marry me?. Al final del camino de estambre estaba yo con una pequeña bola de estambre que ella tenía que desenredar para encontrar el anillo.

Por supuesto, antes de darle el anillo repasé la escena mil veces en mi cabeza. Pero una vez ahí todo cambió. Olvidé todo lo que había ensayado, fue como un blackout. Sólo recuerdo que me arrodillé y le pregunté si quería casarse conmigo; lo demás son recuerdos en cámara rápida. En un segundo pasaron por mi cabeza todos los momentos que me hicieron llegar hasta aquí, los recuerdos que me hacen saber que todo ha valido la pena: lo bueno, lo malo y lo mejor, que está por venir”.

Fotos: Andrés Cerecero

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